ZEPPELIN ROCK: Microrrelatos - Cosas en los bolsillos (83): Décimas amigas

domingo, 7 de junio de 2015

Microrrelatos - Cosas en los bolsillos (83): Décimas amigas



Décimas amigas

El tiempo de las décimas es distinto e indescriptible. Ellas esperan pacientes su liberación, pero su tiempo es -por decirlo de alguna manera- más mental que físico. No obstante, tú morirás y ellas permanecerán ahí (porque otro te cogerá el relevo), siempre esperando en su tiempo. A veces, el carcelero, representado por una mano, descorre el cerrojo y, obligado por el resultado de la apuesta, hace salir a siete de una vez, o a catorce, o a una sola décima del rango correspondiente al que el apostante (que eres tú mismo, querido) ha elegido. Luego cierra la puerta el carcelero y las demás se sumergen de nuevo en un crepúsculo de aletargada quietud plena de esperanza. La alegría es festiva, ruidosa (como de un bullicio de pies de niño), cuando se las llama para salir, porque las décimas prefieren trabajar en su cometido antes que permanecer estacionadas en ese eterno descanso.


Hoy te acordaste de ellas y apostaste nada menos que por 10 para darles libertad y abrigo. Si en tres minutos no cruzaba ningún coche verde serían tuyas para siempre. Si logras cruzar el pasillo enladrillado sin pisar ninguna raya. Si saltas (ahora que nadie te observa) la distancia que te has marcado. Si te mira esa chica antes de 10 minutos. En aquellos años de la niñez las apuestas a diario, casi siempre ventajosas, eran de lo más singular, pero el liberar décimas te procuraba felicidad y ellas eran responsables con una obligación adquirida y te ayudaban con los exámenes, a recuperar el sosiego, a tener fuerza para saltar un muro y alcanzar la gloria. A veces sentías su incorpórea voluntad invisible e incansable llevándote en volandas para franquear cualquier barrera; otras, te daba la impresión de que te habían olvidado esos diminutos ángeles de la guarda.

Lo más triste del mundo ocurre cuando uno pierde una apuesta porque anduvo lerdo, torpón, y perdió el envite, y una pobre décima tiene que regresar por ello a presidio, a volver a ver la mano del carcelero abriendo la puerta de nuevo, esta vez para entrar y sentarse junto a las compañeras que derraman lágrimas a raudales porque es imposible contenerlas cuando uno mira la cara descompuesta, rota, de esa décima que torna de la vida.

ÁCS

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2 comentarios:

  1. Hola, Ángel.
    No sé si estoy en lo cierto... Estas décimas de las que hablas ¿son una de las tres parcas romanas? Seguro que no, pero tampoco me sonaban como poemas. Estoy hecha un lío, lo confieso.
    Jó, menudo micro te ha salido tan profundo. Yo sí que he tenido que mirar en wikipedia para recordar cosas de mitología que se daban de pasada en el instituto. Y no te creas que lo he pillado.

    Un besazo.

    Pd: Me voy pensando no te creas.

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  2. Nada de parcas romanas, nada de mitología clásica. Pertenecen a una mitología muy personal, de la infancia vienen. Y nada profundo: me gusta bucear en la superficie, Tow, pero removiendo mucho el agua. Besazo para ti, colega y zanahórica amiga.

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