ZEPPELIN ROCK: Crítica de la película Dallas Buyers Club (2013), de Jean-Marc Vallée

sábado, 1 de marzo de 2014

Crítica de la película Dallas Buyers Club (2013), de Jean-Marc Vallée



por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC



El director de C.R.A.Z.Y. (2005) entrega otra aceptable cinta sobre maginados que ha recibido el beneplácito de la crítica por su tratamiento equilibrado de un tema tan complicado como la lucha contra el SIDA en los años ochenta. Un lucha que Jean-Marc Vallée personifica en Ron Woodroof.



Se trata de un biopic que se aleja en la forma de lo convencional y el academicismo del mencionado Woodroof, un buscavidas, cowboy de rodeo, alcohólico, mujeriego y drogadicto al que le diagnosticaron SIDA y el predijeron un mes de vida.

Con fortuna y gracias a un carácter decidido y tenaz, además de hacer gala de sus cualidades de buscavidas, Woodroof será un adalid en la lucha contra el SIDA, agarrándose a la vida como al toro de los rodeos que tanto le gustan. Un lucha que tendrá la afortunada aparición de un médico sin licencia que resulta providencial.




Si por algo merece la pena destacar esta cinta de Vallée es por las soberbias interpretaciones de Jared Leto y Matthew McConaughey. El segundo, firme candidato al Oscar de este año, ha tenido su mejor temporada, demostrando un talento indiscutible en un buen número de películas. “Mud” (Jeff Nichols, 2012), “El lobo de Wall Street” (Martin Scorsese, 2013)… McConaughey compone un personaje complejo y rico en matices. Seguramente lo que más llamará la atención es su transformación física, su adelgazamiento para el papel, pero donde brilla es en la variedad de registros que exhibe durante el metraje. Un personaje divertido, despreciable, homófobo, generoso, carismático, intolerante… que acaba redimiéndose en lo que él creía el peor de sus infiernos, una enfermedad “de homosexuales” junto a un transexual, vendiendo medicamentos a otros homosexuales.

Leto interpreta a Rayon y de igual forma, con su transformación física y registros, entrega un trabajo magnífico.

La otra gran virtud de “Dallas Buyers Club” la tenemos en la dirección de Vallée, que deja detalles de talento. Su cámara al hombro para los continuos planos movedizos, que se amolda bastante bien a ese toque documental y a la inestabilidad de los personajes, un gran uso de lo visual para describir emociones y elementos de la trama sin usar palabras y su manejo del humor para equilibrar una historia de trasfondo dramático que logra un tono nada moralizante ni sensiblero, son algunos de los puntos destacados de su trabajo. Además juega brillantemente con los reflejos, apariciones de espejos, cristales u otras superficies de forma simbólica y que marcan momentos de transformación en Ron así como sirven de metáforas para otras ideas (muerte, deterioro…).




La América profunda al desnudo, un entorno social limitado, inculto, intolerante, desinformado, lleno de prejuicios, agobiante, tiránico con el diferente, homófobo… del que Ron es parte integrante y uno de sus principales referentes. A partir de ahí iniciará un viaje de conocimiento y transformación, de redención, rectificación y sacrificio.

La amistad se acaba descubriendo como un tema primordial en la película, se trata con diversos personajes, con resultados irregulares. La relación entre Ron y Rayon es lo mejor de la cinta de Vallée; la de nuestro protagonista con Tucker (Steve Zahn) deja momentos de sobria emotividad, aunque la forma en la que está narrada, excesivamente impresionista, le resta fuerza. La que Ron mantiene con Eve, una discretita Jennifer Garner, resulta insulsa, apresurada, esquemática y mal narrada.

Aquí tenemos uno de los principales problemas de la cinta, su guión, al que le falta cohesión y que en su impresionismo abusa de las apariciones repentinas, encuentros fortuitos injustificados y lagunas argumentales, falta de explicación (cómo se las apaña para esos negocios a nivel mundial con todo tipo de médicos…).

A pesar de sus defectos es una cinta correcta, si bien su nominación a mejor película resulta exagerada. Un trabajo con buena dirección sobre la amistad, las segundas oportunidades, que habla de supervivencia, superación, redención, orgullo y espíritu americano, individualista, con un Matthew McConaughey sideral. Sobria pero no fría, muy equilibrada.

©Jorge García

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