ZEPPELIN ROCK: The Winery Dogs - The Winery Dogs (2013): Review. Crítica del disco

martes, 12 de noviembre de 2013

The Winery Dogs - The Winery Dogs (2013): Review. Crítica del disco


por Blue Monday (@BlueMonday1971)




En 2012 nacía en Brooklyn un nuevo súper grupo. Mike Portnoy, el fabuloso baterista de Dream Theater, Billy Sheehan, el portentoso bajista de, entre otros, Steve Vai, David Lee Roth o Mr. Big, y Richie Kotzen, el talentoso guitarrista de Mr. Big o Poison, unían sus fuerzas en un nuevo proyecto llamado The Winery Dogs, una aventura en la que de inicio iba a figurar el virtuoso guitarrista John Sykes, pero diferencias en la manera de trabajar con Portnoy hicieron que finalmente fuese Kotzen quien ocupase ese puesto.




Portnoy sorprendía a todo el mundo cuando dejaba Dream Theater y se unía a tiempo completo a Avenged Sevenfold. Desde ese momento el baterista ha trabajado en varios de los denominados súper grupos con resultados bastantes dispares, de los que los más conocidos son Adrenaline Mob y Flying Colors. Billy Sheehan es sin duda uno de los mejores bajistas con los que una banda de rock puede contar en la actualidad. Un virtuoso del bajo cuyo trabajo ha engrandecido las bandas en las que ha tocado, sobre todo en Mr. Big, a la que ha seguido ligado incluso en sus intentos de reunión.

Kotzen había ingresado en Posion en 1991, con 21 años. Sólo le dio tiempo a grabar el Native Tongue publicado en 1993, y es que follarse a Deanna Eve, novia del baterista Rikki Rockett acabó con su salida de la banda. Luego un puñado de álbumes en solitario y su entrada en Mr.Big en 1999 sustituyendo al guitarrista Paul Gilbert. Le dio tiempo a grabar el Get Over I lanzado en 2000 y el Actual Size de 2001 antes de la disolución del grupo. Después nuevos y exitosos proyectos en solitario y una interesantísima carrera como productor.

Ninguno de los tres tiene que demostrar nada. Su prestigio y su reputación están a salvo y deciden montar este artefacto. Maniobra arriesgada, sí, porque con los súper grupos ya se sabe lo que suele suceder. Efectivamente, material de relleno y choque de egos que producen álbumes mediocres en su mayoría. Así que, ¿había tanta necesidad de juntarse y sacar un álbum?...pues sí, la había, porque The Winery Dogs, que por supuesto así se titula el invento, es un excelente e interesantísimo álbum de hard rock.




Richie Kotzen siempre ha destacado como un excelente guitarrista, algo que vuelve a demostrar en The Winery Dogs, con una guitarra que rezuma blues, pero ofrecía ciertas dudas en cuanto a su potencial como vocalista. Sin embargo en este nuevo proyecto demuestra que posee habilidades vocales de sobra como para llevar la voz cantante, una especie de híbrido entre un Glenn Hughes y sus matices y un Chris Cornell y su profundidad, perfectamente respaldado además por unos coros de altura, los de Billy Sheehan y Mike Portnoy. ¿Por qué Kotzen no tiene más nombre y reconocimiento? En The WInery Dogs sin duda se convierte en el más absoluto protagonista.

Portnoy reduce su ego para The Winery Dogs, el hándicap más importante que afecta a un súper grupo, y lo hace reduciendo lo más importante para él, es decir, su kit de batería, entre otras cosas porque instalar esos mastodónticos sets en una pequeña sala no es viable. En cualquier caso su trabajo sigue siendo portentoso, demostrando una vez más todo su poderío. Después de probar el heavy metal, el progresivo y el alternativo comercial, Portnoy vuelve al hard rock más clásico.

Billy Sheehan está, como siempre, soberbio en The Winery Dogs. Su bajo vuelve a convertirse en ocasiones en una guitarra rítmica, pero el bajista no olvida que su cometido principal es asegurar el ritmo junto a Portnoy. Por su puesto, su huella, la de uno de los mejores bajistas de su generación, está por todo el disco.

Jay Ruston tiene mucho del mérito en el resultado final de The Winery Dogs, sobre todo al mezclarlo y permitir que cada uno de los tres instrumentos y las voces pudieran ser apreciados individualmente sin perjudicar al conjunto. Cada miembro de la banda tiene su momento para brillar, y los tres mezclan perfectamente bien juntos. Una producción poderosa y cristalina que proporciona sonido al hard rock clásico del siglo XXI.




Temas de hard rock melódico en el que curiosamente conjugan elementos que van desde Van Halen hasta Soundgarden como la propia banda ha reconocido. Poderosos trallazos de rock, ritmos enérgicos y baladas poderosas que en ocasiones se mezclan entre ellos convirtiendo The Winery Dogs en un álbum muy diverso e interesante. Trece temas bien diseñados e inmensamente audibles, con elementos técnicos indiscutibles que se complementan y suman entre ellos en lugar de ser el foco, algo común en este tipo de bandas. Melodías memorables teñidas de armonías, blues, soul, ritmos pegadizos y potentes puestos al servicio del hard rock más clásico.

Las letras de The Winery Dogs son algo más profundas de lo que podía esperarse de un trío de excelentes instrumentalistas, pero sin ser la parte más destacada del álbum no desentonan en absoluto. Una lírica que no se ocupa de nada fuera de lo normal pero variada y lo suficientemente inteligente como para ser escuchada con cierta atención.




“Elevate” abre The Winery Dogs mediante fabulosos riffs clásicos de estilo setentero y una excelente parte instrumental en la que Billy Sheehan se luce antes de un breve pero buen solo de Kotzen. Ambos recuperan, tal vez sin saberlo, la esencia del Mr. Big que vivieron juntos. Después el formidable “Desire”, con esplendidas líneas de bajo que combinan con un estribillo pegadizo y un fabuloso trabajo de guitarra. Aroma funk, ritmos intensos y perfecta fusión entre bajo y guitarra.

“We Are One” destaca la manera de Sheehan de tocar el bajo como si fuese una guitarra rítmica, lo que provoca un mayor lucimiento de Kotzen con su instrumento. Un tema adictivo de letras pegadizas tras el que “I’m No Angel” presenta un excelente trabajo de guitarras en una especie de balada antes del entusiasmo de “The Other Side” con sus melodías contagiosas, adictivos ganchos y sensacionales coros.

La preciosa intro de “You Saved Me”, “Not Hopeless” y sus reminiscencias de cuando Sheehan y Kotzen estuvieron juntos en Mr. Big, o el fabuloso riff de estilo southern rock por el que fluye una actitud incluso funky de “One More Time”, conducen a “Damaged”, un tema en el que el trío de virtuosos ha tratado de tocar tan simple como les fuese posible. El resultado ha sido sensacional desde las ordenadas líneas de bajo de Sheehan , la tranquilidad de Portnoy y el liderazgo de Kotzen.

La rotundidad de “Six Feet Deeper” traslada a “Time Machine”, un tema que demuestra que el trío puede cantar y producir excelentes armonías en un corte fuerte y profundamente melódico. Luego las inmensas vibraciones de blues rock clásico con una de las voces más conmovedoras del álbum de “The Dying” y el positivo cierre de “Regret”, también con un aroma a blues esta vez dominado por el Hammond de Richie Kotzen.

Así es, súper grupo suele ser la unión de músicos de renombre con el poco loable propósito de elevar aún más si cabe los ya de por sí elevados egos de sus miembros. The Winery Dogs es la excepción que confirma la regla. Su debut ha sido magnífico, y sería de agradecer que las atareadas agendas de Portnoy, Sheehan y Kotzen encuentren hueco para su continuidad.

©Blue Monday

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