ZEPPELIN ROCK: Hasta que llegó su hora - Crítica de la película

sábado, 30 de noviembre de 2013

Hasta que llegó su hora - Crítica de la película



Mr. Sambo tiene un blog, y ese blog se llama Cinemelodic, y en tal blog el señor Mr. Sambo vierte con una frecuencia variable, pero constante, todos sus conocimientos sobre cine. Estos conocimientos son vastos, profundos, en realidad son tridimensionales. Y dada tal evidencia, como evidente es que el señor Sambo es un currante nato y sus exhaustivos análisis tienen poco que envidiar a... nadie, pues Cinemelodic ha crecido día a día como la espuma desde que se fundara (o fundase). Todo amante del cine tiene una obligación diaria: acercarse a Cinemelodic para ver si Mr. Sambo ha publicado algo nuevo. Y este tal Mr. Sambo, dueño de Cinemelodic, es el caso que ha querido ser colaborador nuestro. Sí, ha descendido hasta ZRS y ha decidido que a partir de ahora nos dejará semanalmente una colaboración. Así que, desde hoy mismo, todo amante del cine tiene a partir de ahora un doble compromiso: a) pasarse por Cinemelodic; y b) visitar los sábados por la tarde ZRS para ver qué ha publicado también por aquí Mr. Sambo. Gracias. Es un honor recibirle.


por MrSambo (@Mrsambo92)
del blog CINEMELODIC



Sergio Leone terminó con los westerns con esta obra maestra, una cinta que rubrica una progresión y depuración en su filmografía como pocas veces se ha visto. Desde que hiciera Por un puñado de dólares (1964), el calco, si no plagio de Yojimbo (Akira Kurosawa, 1961), sus obras no hicieron más que crecer hasta alcanzar la excelencia con El bueno, el feo y el malo (1966) y la que nos ocupa.


Hasta que llegó su hora iniciaría una nueva trilogía, tras la del dólar, denominada la “trilogía americana”, en la que cada título quedaría bautizado con el "Érase una vez…”. ¡Agáchate, maldito! (1971) y Érase una vez en América (1984), son las otras dos piezas de dicha trilogía.




El bueno, el feo y el malo y Hasta que llegó su hora son las dos cimas de la obra de Leone, una es gamberra, visceral, atrevida… la otra, honda, reflexiva, madura… Curiosamente la cinta que nos ocupa fue un encargo, su verdadero interés era Érase una vez en América, que tardó 10 años en terminar, pero como ocurre tantas veces, quedó más perfecto el encargo que el sueño.

Leone no tarda un minuto en mostrar todas las claves de su estilo, la mítica y justamente alabada secuencia inicial es un catálogo del estilo característico del director. Un homenaje a los secundarios del western, una demostración de cómo se generan personajes míticos, algo en lo que Leone era un maestro, y que te deja pegado a la silla e hipnotizado aunque aparentemente la escena parezca gratuita y sin sentido narrativo. Leone se deleita en los detalles, una puerta que se abre lentamente, el viento que mece los memorables abrigos largos de los pistoleros, sus parsimoniosos andares, su gesto amenazante, su tempo pausado, calmado, casi aletargado, los movimientos de cámara lentos, su maestría en el encuadre, las panorámicas que acarician los cuerpos y muestran magistralmente el espacio escénico, sus “planos Leone” (que cogen desde la mitad de la frente a la mitad de la barbilla), los silencios, las miradas… Un maestro en el manejo del tempo, capaz de estirar hasta el infinito sin cansar lo intrascendente y, paradójicamente, hacer radicales elipsis con temas fundamentales. Transgresor y virtuoso.



Con esa pausa latente y manejo del tempo, Leone pretende generar tensión para terminar las secuencias con una abrupta y rápida espiral violenta. Uno de sus grandes rasgos estilísticos.

La presentación de personajes, la forma de crearlos, los elementos de los que los dota, hacen de Leone uno de los directores que mejor han creado personajes míticos y uno de los más influyentes. Son multitud los directores que han seguido sus enseñanzas, que le pregunten a Tarantino. Un ejemplo lo tenemos en el pétreo Charles Bronson, su armónica, su abrigo, su vestuario… Además es clásico de Leone dedicar un tema musical a cada personaje, casi siempre memorables gracias a la maestría de Ennio Morricone, que aquí hace uno de los mejores trabajos de la historia del cine, pero el director innova con el uso de la armónica, un hallazgo deslumbrante que sirve al protagonista para comunicarse.
Hay algo místico en los protagonistas de Leone, esos personajes sin nombre. En la cinta que nos ocupa además son como semidioses del oeste. “Armónica” está en todas partes, parece saberlo todo, lo mismo que Frank.



La amistad varonil es otro de los temas imprescindibles en Leone, se repite en la mayoría de sus cintas, y los amigos tendrán personalidades opuestas y complementarias, uno dicharachero y el otro silencioso, uno extrovertido y el otro introvertido… Aquí la amistad será entre Armónica y Cheyenne, un Jason Robards que está también espectacular. La rúbrica a esta amistad, con el final de Cheyenne, es un momento realmente hermoso y poético, la discreción ruda y varonil.




Hasta que llegó su hora habla sobre la muerte del oeste clásico, estamos ante un espectacular western crepuscular, una ópera. Todo viene simbolizado, como siempre, con el ferrocarril, que representa el progreso, el nuevo oeste, la llega de la ley, y donde los viejos pistoleros ya no tienen cabida, como le ocurre a Bronson, como le ocurre al gran Henry Fonda. Fonda además pagará su traición a su esencia, pretendiendo convertirse en hombre de negocios, negando lo que es en realidad. Hace un papel verdaderamente excepcional, el villano que compone es inolvidable. La escena final es el perfecto símbolo, con su duelo mientras las obras del ferrocarril avanzan sin frenos, de todo esto que comento.

Leone además de todo esto hace de Hasta que llegó su hora un gran homenaje al western, hay referencias a obras como Solo ante el peligro (1952); Veracruz (1954), uno de los westerns preferidos de Leone; La venganza de Frank James (1940); El hombre de las pistolas de oro (1959), un western crepuscular pionero, a John Ford y Monument Valley… e incluso a obras maestras que no son western como Las uvas de la ira (1940) o Forajidos (1946). Leone consideraba a Ford el mejor director de la historia, como tantos otros. De igual forma se pueden encontrar paralelismos entre su cine y el de Sam Peckinpah, dos cineastas que se profesaban admiración mutua y que retrataron la amistad varonil en el sucio oeste de forma ejemplar, recordemos las obras de Peckinpah Pat Garrett and Billy the Kid (1973) o Grupo salvaje (1969), por poner algún ejemplo.




La recreación de época, de ese nuevo oeste en construcción, es majestuosa, ejemplar y perfectamente mostrada con grandes grúas, como a la llegada de Jill (Claudia Cardinale). Pocas veces el sudor y la humedad han sido más eróticos, la actriz italiana hace un extraordinario papel repleto de sensualidad y fuerza.

La mujer, en este caso la Cardinale, simboliza la vida, la regeneración, la adaptación a ese mundo que está cambiando, y por ello, la veremos numerosas veces de aguadora o vinculada al agua (con Bronson, en el plano final, sus eróticos baños…). Jill es quizá el personaje femenino más importante en el cine de Leone.

Otro elemento simbólico de la película son los relojes, objetos muy del gusto de Leone, que representan ese mundo caduco a punto de extinguirse y esos personajes fuera de lugar, atemporales, desubicados. Por ello, a menudo estos relojes aparecen sin manecillas o parados.

Del mismo modo, el uso de objetos siempre es importante en el cine del director, el camafeo en La muerte tenía un precio, la armónica en la que nos ocupa, el teléfono en Érase una vez en América

Morton es el último personaje importante, lisiado, es el dueño del ferrocarril y quiere llevarlo hasta el océano. Que esté lisiado acaba representando la inmediatez autodestructiva de la ambición desmedida, es un superviviente.

Por supuesto, la venganza es también un tema que está muy presente en la filmografía de Leone y en especial en esta cinta, tema que también ha adaptado Tarantino como suyo en sus últimas obras de forma evidente. Una venganza, en la que nos ocupa, que tiene mucho de reivindicación de la propia esencia, de redención de la infancia pervertida.

Una obra maestra, una cinta sobre el fin de una época, sobre el tiempo y la amistad, sobre la adaptación… Uno de los grandes westerns de todos los tiempos y spaghetti western de referencia.

©MrSambo

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