ZEPPELIN ROCK: Gurf Morlix - Finds The Present Tense (2013): Review. Crítica del disco

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Gurf Morlix - Finds The Present Tense (2013): Review. Crítica del disco



por Addison de Witt (@Addisondewitt70)





El otro día uno de mis compadres más queridos y respetados me recomendaba de forma sorprendentemente efusiva y apasionada el disco que hoy nos ocupa, Finds The Present Tense de un absoluto desconocido para mí, Gurf Morlix. El disco, de publicación reciente, vio la luz durante este 2013 que poco a poco llega a su ocaso, y que entendía yo, al no tener ni pajolera, como se suele decir, que debía tratarse de la ópera prima del autor, pero estaba en un error, pues este hace el número, muy respetable, de ocho en su carrera en solitario, carrera que empezó en el año 2000, y que lo hizo después de una andadura brillante y jalonada de grandes trabajos con artistas tan respetados e importantes como Lucinda Williams a la que acompañó durante nada menos que 11 años y produjo dos de sus más notables trabajos como son Lucinda Williams y Sweet Old World, otros trabajos de producción y como músico acompañante con otros grandes como mi admirado Slide Cleaves o el indiscutible Warren Zebon a quien acompañó en su tour de 1990, le avalan, participando finalmente, antes de su definitivo lanzamiento en solitario en la Ian McLagan’s Bump Band del gran Ian McLagan con quien ya había trabajado también anteriormente.




Una trayectoria intachable la de este caballero, desconocido para el que suscribe, que se encuentra en los créditos de más de uno y de dos discos que viven conmigo en mi casa, y yo sin enterarme, es más, sin ni siquiera sonarme su nombre y menos aún su carrera como solista.

Ni que decir tiene que accedí a la sorprendentemente entregada proclama de mi amigo y pinché el disco tan pronto como me hice con él, y lo hice totalmente esperanzado, pues normalmente somos de común coincidir en gustos musicales el mencionado camarada y yo.

Esta vez en cambio y tras los primeros minutos de escucha, el característico diálogo que se establece entre mis oídos y mi cerebro rezaba más o menos así :

…-pero que coño me esta poniendo este tipo...como pille a este cabrón le capo, fíjate el petardo que me ha metido, verás ahora para limpiar las paredes y suelos de los tímpanos después del paso por los mismos de esta riada de basura…

-...hombre oídos, que todo escribano hace un borrón, a mi la cantinela esta me esta inflamando unas cuantas meninges que tenía en cama un poco patxutxas y creo que el dolor de cabeza va a ser de campeonato, pero hay que ser un poco más tolerante…-.

Resumiendo que no gustó, ni a aparato auditivo y a centro neurálgico de pensamientos y reacciones...menos mal que no solo de lógica, y orden establecido vive el hombre y las milicias rebeldes de mi ser, es decir, las células sensitivas que manda el corazón en formaciones de las que provocan latidos fuertes de corazón, de esos que hacen temblar costillas y esternón, algo oyeron que tras cruenta batalla de guerrillas con los órganos de dirección de mi ser impusieron sus intenciones, basadas en la intuición, inducida por un par de sonidos que entraron con fuerza en su materia excitable provocando un dulce extremecimiento, y dieron como resultado que mis músculos siguieran las coordenadas precisas para ponerse en funcionamiento y manipular el viejo y querido equipo poniéndolo en funcionamiento y volviendo a repetir el, en principio denostado trabajo discográfico, que hoy protagoniza este espacio.



No me preguntéis que ocurrió en el universo entre la primera y la segunda escucha, pero lo que en principio entró en mi interior como viscoso e insípido engrudo, lo hacía ahora como un cálido y dulce cóctel de fuertes, personales y desconocidos sabores hasta entonces, un néctar de broncíneos colores, con el caoba dominando la cromática del sonido y la leche caliente endulzando los contornos de la voz de Gurf Morlix, ese vaso de leche caliente, dulce y reparador que al llegar de la calle tras un día de frío y lluvia, hace que vuelvas a sentirte dentro de tu propio cuerpo, y te rellena de dulce bienestar y reconfortante alivio.

Definir la música de este artista se me antoja complicado, incluso para quien pueda presentar como credenciales muchas escuchas de diferentes obras, por lo cual reconozco que lo que hoy intento es, cuando menos una osadía, pues con tan pocas escuchas, y únicamente de este último trabajo, lanzarme a una disertación es cuando menos una irresponsabilidad;

Pero es que no quiero dejar pasar la ocasión de recomendar la escucha, por supuesto repetida y paciente de este disco, de este precioso disco.

Disco que exige el esfuerzo de la escucha y no la oída, que exige el empeño de la concentración, álbum para escuchar con oídos abiertos, ojos entornados, mente predispuesta a la excitación de sus grises partículas, y reten de los elementos de la comprensión en estado de alerta.




Son varios y en principio clásicos y nada rebuscados los ingredientes que utiliza este artista americano, cimentado el sonido en una buena relación entre los miembros de ese matrimonio, no siempre bien avenido que forman folk y country, pero que aquí conviven bajo los más estrictos principios del respeto mutuo, el cariño y un decoroso ardor sentimental nunca exaltado ni violento pero tampoco salpicado de altibajos molestos que solo terminan aportando irregularidad a la obra.

El jazz, la sombra del Tom Waits más maldito y recogido en si mismo se presenta disfrazado de los tonos color madera de una sección de cuerda que huele a ebanistería de lujo, que tiene el tacto de la elegancia de las maderas nobles que hacen de suelo para los vasos más lujosos, aquellos que lucen su cristalina belleza en robustos mostradores y que contienen licores que nacen para la exaltación casi poética de los paladares más sibaritas.

La voz sugerida, susurrada y diciendo mas que entonando, proclamando una línea musical más que exaltándola, hablando casi más que cantando.

Acústicas tímidas, a las que el miedo a la exhibición indecorosa de sus virtudes les hacen presentarlas de forma discreta, en un segundo plano, entregadas al diálogo con bajos, maderas, percusiones y órganos, dejando que la voz susurre el grueso de la materia musical de cada tema, que la emoción sea un deporte colectivo en el que el oyente es el contrincante, destinado a perder una batalla si la motivación del choque es la búsqueda de la belleza...belleza, eso es lo que sobra, momentos emocionantes, melodías asustadas de si mismas que comparten sus complejos con un sonido que no quiere molestar y por ello no sorprende, no sorprende hasta que se acomoda en tu cabeza, hasta que crea su nido de algodon en el corazón, hasta que se dedica a endulzar los sentidos que a flor de piel se entregan en paz, esa es la palabra que define la música de este disco, paz. Que se entregan en paz decía, a estos temas que se desplazan a tu alrededor dejando un rastro de embriagador embrujo del que provoca ensoñadores estados de ánimo y tiernas estampas de emoción interna y sincera...una experiencia la escucha y deleite de los temas, precisos y delicados, cobardes y desnudos de este disco de un artista que descubro con interés y admiración creciente y que recomiendo con la misma o parecida pasión que mi amigo hizo a la hora de sugerírmelo.

No entraré a aburrir con la retaila de la descripción pormenorizada de unos temas que son ellos los que mejor conocen su intrincada realidad y la explican en las salpicaduras de cada una de sus corcheas y en todos sus segundos de aterciopelados efectos sonicos en los que se combina en exquisito porcentaje lo más granado y lujoso de la música americana. Atreveos, no os arrepentiréis.








Addison de Witt

3 comentarios:

  1. me ha sorprendido muy gratamente este artista, estoy descubriendole ahora
    Saludos.

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  2. Apasionante escucha, amenizada por la lectura.
    O al revés, a estas horas no lo tengo claro.

    En todo caso, gracias

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