Julia Ormond - Leyendas de pasión y otros monstruos: por Don Críspulo

por Don Críspulo
(@DonCrspulo)

Creo que Julia Ormond está viva y eso me intranquiliza. Ojo, no tengo nada personal contra ella, le deseo lo mejor, si hasta me parece una chica mona, pero el trauma es grande. El miedo es pavor.

Todo empezó a mediados de los años noventa. Concretamente en marzo de 1994. Cobain, Jobim o Senna seguían vivos, Mandela iba a ser presidente de Sudáfrica, era año de Mundial, el Barça de Romario le comía la moral al Deportivo y yo pasaba mis días en la facultad jugando al mus. La vida me sonreía ¿Qué podía salir mal?

En aquella época, yo, ingenuo de mí, todavía pensaba que el cine seguía siendo grande, así que todas las semanas iba un par de veces a una de esas multisalas horribles con olor a palomitas de plástico que por aquel entonces eran novedad en mi ciudad. Así, hasta que Leyendas de Pasión se cruzó en mi camino. No es que fuera la peor película de la historia; pocos meses después se estrenaría El Color de la Noche (nota mental: hacer una entrada sobre El Color de la Noche) que, en términos de peor película, ya son palabras mayores. A lo que iba: Leyendas de Pasión es un bodrio infumable, con ínfulas de cine clásico que aprovechando el tirón de un recuperado Hopkins gracias al Silencio de los corderos y al auge de Brad Pitt, nos presentaba la historia épico-dramática-grotesca de una familia, con guerras y amoríos de por medio. Y claro, por allí andaba doña Julia Ormond, que hacía su segunda aparición en la pantalla grande. Y la pobre, si miramos la cosa con ojos benevolentes, no lo hace mal aunque resulte menos creíble que Karanka y Rajoy en una rueda de prensa. Es verdad que en la escena donde se pega un tiro casi me levanté a aplaudir pero sería injusto responsabilizarla por el desastre.

La vida sigue, siempre sigue la puñetera, y Cobain también se pegó un tiro, este de verdad, Senna selló su destino en Tamburello y si bien el Barcelona ganó la liga, el Milán le dio un repaso de aúpa en Atenas y, claro, Julia Ormond, ahora una estrella después del éxito del engendro, comenzaba a recibir más ofertas de trabajo. Una de ellas fue la de Jerry Zucker... Jerry Zucker... Abramos un paréntesis. Jerry Zucker, su hermano y un compinche llamado Jim Abrahams son los artífices de cosas como Aterriza como puedas y Top Secret y eso, amigos, es ganarse el cielo forever and ever. El problema de Jerry Zucker es que, cuando lo sacas del humor absurdo, le salen cosas como Ghost (glups) y (redoble de tambores) El Primer Caballero. Sí, pa´matarlo.

1995 posiblemente fue un año fantástico, yo no recuerdo prácticamente nada, pero fue un año fantástico. Sí, recuerdo que fue año AC/DC (Ballbreaker) y (redoble de tambores otra vez, esta vez con fanfarrias) El Primer Caballero. En valores absolutos: un mojón como el que cagó Mahoma camino de la Meca, que ya seco pesaba más de catorce kilos. Muy deprimente la cosa si encima eres fan, como yo, del Excalibur de John Boorman de 1981. Ese James Bond cornudo asumido, ese Richard Gere con olor a lavanda y, mírenla, nuestra protagonista, la señorita Ormond, que aquí ya ni disimula. Nunca el mundo, la civilización humana, necesitó más una hecatombe. Jerry Zucker, te salvas por Top Secret y lo sabes.

Solo hasta aquí reconocerán ustedes que mis miedos y traumas, mis recaídas en la drogas y mi depresión están más que justificadas y que más bajo, hablo ahora de Julia Ormond, no se podía caer. Pues no, 1995 no había acabado todavía.

Sabrina, 1954, Billy Wilder con Humphrey Bogart, Audrey Hepburn y William Holden. ¿Era necesario un remake con Hans Solo y Julia Ormond? Sydney Pollack de mis entrañas, que fuiste el director de Tootsie, de Danzad, danzad malditos y de Los tres días del Cóndor ¿Por qué?

Llamadme freaky, nerd o gilipollas, no me importa, pero no volví a pisar una sala de cine en aquella época excepto para ver Pulp Fiction o Fargo un año después. Aquella mujer había destrozado, en solo tres películas, mi amor por el séptimo arte (sí, soy un exagerado) porque no me negarán que Leyendas de Pasión, El Primer Caballero y Sabrina en menos de año y medio le quitan las ganas a cualquiera.

©Don Críspulo